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Montezuma II

Conquista de Tenochtitlán

Muchos indios dieron la bienvenida a Cortés como un libertador del control azteca. El propio Montezuma se negó a luchar contra los emisarios de Quetzalcóatl e invitó a Cortés a la capital. Temeroso de que los aztecas se rebelaran contra la presencia española, Cortés se apoderó de Montezuma, convirtiéndose así en el amo del imperio azteca sin luchar. Usando a Montezuma como su portavoz, gobernó desde detrás del trono. Montezuma convocó a todos sus caciques (jefes), ordenándoles que obedecieran a los españoles y que cobraran tributo y oro para el monarca español.

Cortés y sus hombres permanecieron en Tenochtitlán durante varios meses. Para entonces, una nueva expedición española desde Cuba había llegado a las costas mexicanas con órdenes de limitar el poder de Cortés. Dejando a uno de sus lugartenientes al mando, Cortés marchó a la costa y persuadió a sus compatriotas para que se unieran a él.

Mientras tanto, un levantamiento indio ocurrió en Tenochtitlán como resultado de las políticas despiadadas seguidas por los lugartenientes de Cortés. Cortés se apresuró a regresar solo para encontrar a sus hombres encerrados en el palacio y amenazados de hambre. Ordenó a Montezuma que se encargara de los suministros, pero el Emperador se negó. Cortés liberó a uno de los jefes aztecas, Cuitlahuac, con órdenes de abrir los mercados y traer comida. En cambio, Cuitlahuac asumió el liderazgo de la revuelta. Hubo una lucha furiosa en la capital.

Cortés finalmente convenció a Montezuma de dirigirse a su pueblo y ordenarles que obedecieran a los españoles. Los indios enojados, sin embargo, se negaron a escuchar a su emperador cautivo y lo bañaron con piedras. Montezuma murió varios días después, en junio de 1520, a causa de heridas infligidas por la turba o a manos de los españoles.