La República
Resumen
En La República, Platón, hablando a través de su maestro Sócrates, se propone responder a dos preguntas. ¿Qué es la justicia? ¿Por qué deberíamos ser justos? El libro I establece estos desafíos.Los interlocutores entablan un diálogo socrático similar al encontrado en las obras anteriores de Platón. Mientras que entre un grupo de amigos y enemigos, Sócrates plantea la pregunta, «¿Qué es la justicia?»Heprocede para refutar cada sugerencia ofrecida, mostrando cómo cada harborshidden contradicciones. Sin embargo, no ofrece una definición propia, y la discusión termina en aporia, un punto muerto, en el que no es posible avanzar más y los interlocutores se sienten menos seguros de sus creencias de lo que tenían al comienzo de la reunión. conversation.In Los primeros diálogos de Platón, aporia, generalmente deletrean el final. La República va más allá de este punto muerto.Le siguen nueve libros más, y Sócrates desarrolla una rica y compleja teoría de la justicia.
Cuando se abre el Libro I, Sócrates regresa a casa de un festival religioso con su joven amigo Glaucón, uno de los hermanos de Platón. En el camino, los tres viajeros son engañados por Adimanto, otro hermano de Platón, y el joven noble Polemarco, quien los convence de tomar un desvío a su casa. Allí se unen al padre Céfalo, padre de Polemarco, y a otros. Sócrates y los ancianos iniciaron un debate sobre los méritos de la vejez. Esta discusión se dirige rápidamente al tema de la justicia.
Céfalo, un anciano rico y respetado de la ciudad, y anfitrión del grupo, es el primero en ofrecer una definición de justicia.Céfalo actúa como portavoz de la tradición griega. Su definición de justicia es un intento de articular la concepción hesiódica básica:que la justicia significa estar a la altura de sus obligaciones legales y ser el mejor. Sócrates derrota esta formulación con un contraejemplo:devolver un arma a un loco. Le debes al loco su arma sin sentido si le pertenece legalmente, y sin embargo, esto sería un acto inútil, ya que pondría en peligro la vida de otros. Por lo tanto, no puede darse el caso de que la justicia no sea más que honrar las obligaciones legales y ser honesto.
En este punto, Céfalo se excusa para ocuparse de algunos sacrificios, y su hijo Polemarco se hace cargo del argumento para él. Presenta una nueva definición de justicia: justicia significa que debes ayuda a tus amigos y daño a tus enemigos. Aunque esta definición puede parecer diferente de la sugerida por Céfalo, están estrechamente relacionadas. Comparten el imperativo subyacente de dar a cada uno lo que es debido y de dar a cada uno lo que es apropiado. Este imperativo también será la base del principio de justicia de Sócrates en los libros posteriores. Al igual que el punto de vista de su padre, la visión de Polemarco sobre la justicia presenta una corriente popular de pensamiento—la actitud del político joven ambicioso—mientras que la definición de Céfalo representaba la actitud del viejo empresario establecido.
Sócrates revela muchas inconsistencias en este punto de vista. Señala que, debido a que nuestro juicio sobre los amigos y los enemigos es falible, este credo nos llevará a dañar al bien y ayudar al mal. No siempre somos amigos de los individuos más virtuosos, ni nuestros enemigos son siempre la escoria de la sociedad. Sócrates señala que hay cierta incoherencia en la idea de dañar a la gente a través de la justicia.
Todo esto sirve como una introducción a Thrasymachus, el filósofo. Hemos visto, a través del interrogatorio de Sócrates a Polemarco y Céfalo, que el pensamiento popular sobre la justicia es insatisfactorio. Thrasymachus nos muestra el nefasto resultado de esta confusión: la campaña del sofista para acabar con la justicia, y con todas las normas morales, por completo. Trasímaco, entrando furiosamente en la discusión, declara que tiene una mejor definición de justicia que ofrecer. La justicia, dice, no es nada más que la ventaja del más fuerte. Aunque Thrasymachus afirma que esta es su definición, en realidad no se entiende como una definición de justicia, sino como una deslegitimación de la justicia. Dice que no vale la pena ser justo. El comportamiento justo funciona en beneficio de otras personas, no de la persona que se comporta de manera justa. Thrasymachus asume aquí que la justicia es la restricción antinatural en nuestro deseo natural de tener más. La justicia es una convención que se nos impone, y no nos beneficia adherirnos a ella. Lo racional es ignorar la justicia por completo.
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